El prometido multimillonario de la Virgen

El prometido multimillonario de la Virgen

En proceso

Multimillonario

Introducción
Yo era una virgen de 22 años. Cansada de la vida aburrida, solo quería acostarme con un chico, así que me junté con el más popular de nuestra universidad. Pero no durmió conmigo, se fue y me enfrento con su hermano mayor Kade. Aunque me vio desnuda en la cama, Kade tampoco durmió conmigo. Enojada y decepcionada, caminé a casa, solo para ser atropellado por su automóvil a la mitad del camino. Después de despertarme del hospital, por mis propios deseos egoístas y para aceptar sus disculpas, hice una petición: le pedí a Kade que fuera mi novio falso en mi fiesta de graduación. Sin embargo, parece haber ido demasiado lejos, ¡e incluso preparó una propuesta de matrimonio y un anillo de diamantes! "¿Te gustaría hacerte mi esposa?"
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Capítulo

Larkyn

—No puedo hacerlo—me quejo con Selena, pero ella me ignora hasta que nos paramos al frente de la casa de Sebastian. Se voltea a verme con los brazos en jarra. 

—Por supuesto que puedes hacerlo —asegura. 

Soy una virgen de veintidós años que el próximo mes se gradúa de la universidad, y me rehuso a recibir el diploma con el himen intacto. Toda la tarde estuve considerando a los cuatro candidatos que podrían ayudarme con este dilema, y casi me pongo a llorar. Danny no me llegaba ni a los hombros, Alan posiblemente tenía novia, Gavin estaba obsesionado con Serena y Pat simplemente no era una opción. Y por eso, es que ahora estábamos tratando de colocarnos a la fiesta más exclusiva del año. Si ninguno de los chicos que conocía eran aceptables, encontraría al perfecto aquí. 

Casi me caigo por culpa de los tacones y suelto un suspiro. ¿A quién quería engañar? No iba a encontrar al chico perfecto aquí. En su momento, hace mucho tiempo, había pensado que lo haría, que me enamoraría profundamente y mi primera vez sería especial. Sin embargo, después de cuatro años de múltiples citas y diferentes hombres, no había podido encontrar al indicado. 

Ahora solo quería quitarme la picazón. Tal vez mi primera vez no sería de ensueño, pero eso no significaba que la experiencia estaba arruinada para mí. Tendría muchas otras oportunidades y eventualmente encontraría al hombre que me hiciera tocar las estrellas, figurativamente y literalmente. 

—Bueno, puedes hacerlo siempre y cuando no te des de bruces contra el suelo —bromea Selena entre risas mientras me agarra del brazo para estabilizarme—. Aunque pensándolo mejor, no sería tan mala idea si te cayeras y le mostraras al portero que no traes bragas, digo, para que entremos más rápido. 

—Bueno, teniendo en cuenta que sí me las he puesto —le respondo con fastidio—, no creo que tu plan funcione. Además no quiero convertirme en el hazmerreír de la facultad. 

—¿Y qué importa si se ríen? Nos graduaremos en menos de un mes y nunca más tendremos que volver a ver sus caras.

Inhalo y exhalo con lentitud para darme fortaleza. Selena tenía razón. Podía lograrlo. Me enderezo y nos acercamos a la puerta con una seguridad que definitivamente no siento.  Al llegar nos colocamos detrás de un grupo de chicas que estaban hablando muy animadamente entre ellas, todas llevaban lujosos vestidos de cóctel así que asumo pertenecen a una de esas sororidades llenas de niñas ricas. Personas como ellas no tratan de colocarse a fiestas, no, ellas son las invitadas de honor. 

La fila sigue avanzando y las niñas ricas entran sin problemas. Nosotras somos las siguientes y se me revuelve el estómago porque estoy segura nos van descubrir. Doy un paso adelante y me tambaleó, inestable, porque no estoy acostumbrada a andar en tacones. El corazón me late desbocado y me arrepiento de no haberle aceptado el vodka a Serena cuando me lo ofreció. 

—¿Nombre? —pregunta el portero. 

—Serena Toomer y Larkyn Day. 

El hombre escanea la lista sin levantar la mirada y nuestro plan de seducirlo se va por el drenaje. 

—Sus nombres no están en la lista —concluye. 

—Vámonos —le susurro a Serena ya derrotada, sin embargo, mi amiga me ignora y trata de llamar la atención de alguien adentro de la fiesta. 

—¡Sebastian! —la escucho oír y abro los ojos como platos. 

—¿Qué estás haciendo? —le siseo en el oído mientras intento jalarla para irnos con la poca dignidad que nos queda. 

—Consiguiendo una forma de entrar para que finalmente te acuestes con alguien —me responde de soslayo entre dientes. Mientras tanto, Sebastian se había volteado con una plácida sonrisa en el rostro. No nos conoce de nada, pero igual se nos queda viendo y sus ojos recorren mi figura de arriba abajo. Con una sonrisa predadora, comienza a caminar en nuestra dirección. 

—¡Preciosas! —nos saluda y yo estoy segura de que se me saldrá volando el corazón de lo rápido que está latiendo. Me muerdo el labio para contenerme. Sebastian estaba guapísimo y la camisa que llevaba no dejaba nada a la imaginación. Tenía pectorales más definidos que había visto en mi vida, y me reprendí silenciosamente por mi calentura. Realmente me urge acostarme con alguien porque no puedo estar babeando tan abiertamente por cualquier chico bonito que se me cruce.

—Sebastian, debió haber un error porque no estamos en la lista. ¿Podrías decirle que si podemos entrar? —pregunta Serena al mismo tiempo que me empuja con fuerza contra él. Ya después la mataría después por eso, pero tengo que admitir que tuvo el efecto deseado ya que Sebastian no puede apartar la vista de mis pechos. 

—¡Por supuesto! —responde mientras extiende el brazo y lo tomo con nerviosismo. Volteo a ver a Serena, pero ella simplemente me guiña el ojo antes de que nos perdiéramos entre los invitados. 

—Lamento que no hayas estado en la lista. No sé como pude olvidar a una chica tan guapa como tú. Me hubiera gustado haber tenido clases contigo para conocerte antes. 

—En realidad, llevamos juntos mercadotecnia —le respondo con las mejillas rojas. Me debato entre decirle que también habíamos hecho un proyecto juntos en finanzas, y que, básicamente, habíamos tenido casi todas las clases de la carrera juntos desde nuestro primer año, pero decido que sería demasiado. 

Sebastian no se inmuta ante mi respuesta. No veo ningún signo de vergüenza o arrepentimiento y no puedo evitar pensar que me hubiera gustado que se diera cuenta de mi existencia antes. 

—¿Cómo te llamas? —me pregunta.

—Larkyn Day. 

—Bonito nombre, el mío es Sebastian King. 

Me pierdo en sus ojos azules y me quedo sin aliento al darme cuenta de que, aunque sea por unos minutos, tengo la atención de Sebastian, el rey de la universidad. No me preocupo porque después me vaya a dejar para irse a hablar con sus otros invitados, recordaré este momento por siempre. 

—¿Puedo ofrecerte algo de tomar? —me dice y asiento con la cabeza preparada para que me dejara de lado. No me veía mal en el pequeño vestido color piel que había elegido, pero no podía competir con los minúsculos vestiditos que no dejaban nada a la imaginación de las otras chicas. 

Sebastian me lleva hacia unos de las barras del frente y pide un vino blanco para mí y una cerveza para él. Mientras está ocupado, comienzo a buscar a Serena para que podamos comenzar a buscar al chico de la noche. Una mano se posa en mi cintura y Sebastian me pega a su cuerpo. 

—¿Viniste con algún chico? —Se inclina para susurrarme y a duras penas puedo oírlo por el ruido del concierto, lo cual me sorprende porque el escenario está ubicado al fondo del local y nosotros estamos al frente en este momento. No me quiero imaginar lo alto que debe estar la música atrás. 

—No —le respondo mientras me distraigo con mi bebida. No sé que hacer y el rubor de mis mejillas no mengua. El vino es demasiado dulce para mi gusto y escondo una mueca. No suelo tomar bebidas alcohólicas, pero cuando lo hago, nunca elijo ningún tipo de vino. 

—Perfecto, justo necesitaba una cita para esta noche —me  confiesa con una sonrisa y estoy segura de que mi cara está brillando de lo roja que está. Este hombre no sabe el efecto que tiene sobre mí, y yo debo dejar de ilusionarme. No importa cuánto me guste, Sebastian King no será el chico que me quite la virginidad. Da igual, no me hará daño disfrutar un poco más de su compañía. 

—¿No viniste con nadie tampoco? —digo cuándo finalmente puedo recuperar la voz. Él me ofrece una sonrisa y luego sus ojos brevemente se posan en mi escote. 

—No, pero ahora ya estoy bien acompañado —responde coquetamente y sus palabras me dejan sin aliento. Estaba segura de que no lo oí bien, no es posible que el chico más popular de la universidad quiera tenerme a mí como su cita. Sin embargo, parece ser que no estaba imaginándomelo porque, aún sin soltarme la cintura, me dirige hacia la parte trasera del local. 

Rápidamente nos volvemos el centro de atención y los ojos de todos nos examinan. Los hombres se fijan en mi escote y saludan a Sebastian con aprobación, mientras que las chicas se turnan entre fulminarme con la mirada y pestañearle seductoramente a mi pareja. Trago saliva con dificultad porque estoy completamente fuera de mi elemento. Nunca voy a fiestas y no me gusta llamar la atención, al contrario, soy más feliz caminando sola con mi canción favorita sonando en mis audífonos.   

Sebastian nos acerca a un grupo de chicos que están tomando cerveza y conversando entre sí alrededor de una mesa. Los saluda a todos sin quitarme la mano de encima. 

—¿Y quién eres tú? —me pregunta una de las mujeres con una ceja enarcada. Tiene una voz chillona que raspa mis tímpanos y se termina de un sorbo su copa mientras me mira con disgusto. 

—Yo...

—Se llama Larkyn, es mi cita de esta noche —responde Sebastian, abrazándome contra su cuerpo y haciendo que su colonia me envuelva en una nube de olor. Me arden ligeramente los ojos por la intensidad, pero no importa. No había nada que este chico pudiera hacer para alejarme.

La mujer bufa por lo bajo y le señala a un mesero que necesita otra bebida. Los hombres a nuestro alrededor se ríen por lo bajo de algo que no logro comprender del todo. 

—Vamos a bailar —me pide Sebastian y concedo a su petición renuentemente porque me da vergüenza decirle que no se bailar. Él se toma el último trago de su cerveza y pone mi bebida, que sigue completamente llena, junto con su botella en la mesa. Con su mano puesta en mi espalda baja, nos adentramos dentro del cúmulo de cuerpos. 

Un sentimiento electrificante me inunda al ver a los demás restregándose unos contra otros, prácticamente teniendo s*xo en la pista de baile. Sebastian se detiene y comienza a moverse lentamente pero yo estoy petrificada. Él parece no darse cuenta del este detalle, al contrario, me toma de las caderas y me da la vuelta para después pegarme completamente contra su cuerpo. 

Comienza a movernos al son de la música y, trato de seguirlo sin dejar ver mi falta de experiencia. Nuestros cuerpos se acoplan perfectamente y pongo mis manos encima de las suyas. Por el rabillo del ojo, encuentro a Serena bailando con su novio, seguramente debió haberlo colado desde que la dejé. 

No puedo evitar soltar una sonrisa estúpida. Aun si no pasa nada, esta ya es una noche inolvidable para mí. Si cierro los ojos, puedo soñar que estoy entre los brazos de mi novio, que soy parte de los niños ricos con autos caros, que esta no es una fantasía sino mi realidad.  

—Hueles increíble —me susurra Sebastian al oído, sus caderas prácticamente fusionadas con las mías a tal punto que puedo sentir un bulto contra mi trasero. Me sonrojo y escondo mi rostro entre mi cabello. Realmente no sé cómo responder a los cumplidos. 

Quiero voltearme para ver sus hermosos ojos azules, pero no me atrevo porque sé que en el momento que esté frente a ellos, perderé el poco control que me mantiene de pie. Además, no creo que sobreviva si nos besamos, estoy segura de que tendré mi primer orgasmo en el segundo en el que su lengua haga contacto con mi boca. Debo dejar de tocarlo en este momento, no puedo hacer el ridículo frente a toda esta gente. 

Sebastian, sin tener idea de mis tribulaciones internas, hace todo lo contrario y comienza a pasar su nariz por mi cuello. Voy perder la cabeza si él continua besándome en una zona tan sensible. Exclamo sin poder evitarlo y mis rodillas se vuelven de gelatina. Afortunadamente, sus brazos envuelven mi cintura y no me caigo de bruces contra el suelo. 

—No te preocupes, yo te agarro, es normal que tenga este efecto en las mujeres —me dice entre risas. 

Mis mejillas están tan rojas que estoy segura se pueden ver aún en esta oscuridad. Usualmente rechazaría a cualquier hombre que fuera tan arrogante, pero, cuando se trata de Sebastian, soy débil. Además, no puedo enojarme cuando me sostiene tan cerca de él, y tengo que admitir que me tiene loca con el bulto de su erección que sigue agrandándose con cada roce, estoy desesperada por sentirlo dentro de mí. 

A este ritmo creo que mi primera vez podría ser con Sebastian King. Tengo mis reservas porque no quiero quedarme prendada de él, estoy segura que, para Sebastian, esto es solamente algo de una noche y nada más. Pierdo el hilo de mis pensamientos cuando comienza a besarme el cuello otra vez. Cierro mis ojos y pongo mi cabeza para atrás para que tenga más espacio disponible. ¿Qué importa si esto no dura? Estoy buscando a alguien que me lleve a la cama, no al altar. Si Sebastian quiere acostarme conmigo, ¿quién soy yo para detenerlo? 

—¿Quieres tomar algo más? —me susurra con sus labios pegados a mi cuello y sin poder evitarlo, dejo escapar el gemido que había estado conteniendo. 

Él se vuelve a reír contra mi piel. 

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